Invocando

Para lograr que venga a nosotros la inspiración artística una manera muy efectiva es cerrar los ojos estando sentado en una silla giratoria y empezar a dar vueltas mientras se cuenta hasta un número x. Llegado ese número (cada uno sabrá cuál es) habrá llegado la inspiración.
Otra manera consiste en tirarse boca abajo en un piso de baldosas frías dejando que caiga la baba de nuestra boca hasta formar un gran charco.
También funciona perder la vista en el vacío. Este método es difícil porque al vacío no es fácil encontrarlo en estado natural. También puede ser problemático porque andá a encontrar la vista después de perderla en el vacío. ¿Quién se mete ciego ahí a buscarla?
Una forma más segura (pero al mismo tiempo buscar la seguridad es aburguesarse) es ponerse un sombrero y fumar una pipa caminando por el parque de noche. Se pueden ver muchos artistas en busca de inspiración utilizando este método, desconociendo el presente autor el resultado obtenido por ellos.
Dicen también, aunque esto no lo he intentado, que unos hongos mágicos abren puertas y ventanas a las musas esquivas.
Otros se sientan hora tras hora a garrapatear sobre el papel trazos sin sentido, en la esperanza de que los duendes se apiaden al fin de tanta porfía.
Yo intento sin sutilezas una combinación casi siempre azarosa de algunos de estos métodos y quizá algún otro, sumada a alguna cábala secreta (incluso para mí).
No hay caso.