Soledad

Bueno, listo, ahora sí: desconexión total.
Me voy al campo, lejos del ruido urbano, la prisa cotidiana, la costumbre de la rutina.
Voy en busca de PAZ.
De SOLEDAD.
De INSTROSPECCIÓN.
Aprovecho las inmejorables condiciones que se me ofrecen para trabajar en un artículo que estoy escribiendo y que llevo en mi notebook. Total, si me llama mi editor me puede encontrar en el móvil, o si me quiere mandar un email lo recibo en mi palm, total puntos Wi-Fi hay en todos lados por acá…
¡Por fin voy a estar aislado y sólo!

Para Bach basta la “A”

Esto me lo pasó un amigo hace un montón. El apellido del amigo… ¡Nadra! Cosa de mandinga.

Bach alcanzaba a trabajar cantatas sacras hasta pasada la mañana. Trabajaba hasta sacar caspa, mas faltaban ganas para abarcar danzas mas galanas, sarabandas, marchas bávaras, cha-cha-chá.
Andaba tras Caldara para afanar “baladas a la tana”. Calcaba amalgamas, tan al pasar… ¡pasmaba tanta mascarada banal!
¡Jamás avanzaba! Trabajaba al azar, para saltar a la fama (para dar más, Bach cargaba blanca a paladas, trazaba la carta astral, cantaba mantras, llamaba a Alá, alababa a Abraham, al Lama, al Papa, clamaba Paz. Amaba ganar plata, mas ganaba para zafar”)
La campana armaba jarana al pasar la mañana.
Bach bajaba al bar, mangaba Brahma al barman (jamás pagaba…) barajaba cartas, ¡las barajaba tan mal! (barajaba cartas “marcadas”. Bach amaba la trampa. ¡Armaba tantas macanas! La cana andaba atrás para allanar la casa… camaradas hablaban:“- ¡¡Acabará tras las vallas!!”)
Mas Bach zafaba… hablaba tan galán… daba charla a las damas, las galanaba (para palparlas), las transaba, las pasaba a la sala baja para cargar tanza, Bach bajaba la caña… Arrasaba al pasar, tan al ras la capa nácar-lavanda. ¡Hasta saltaba al Yamaha, para acaparar a la sala! Las fans mandaban cartas. ¡Bach la gastaba!
Ana, la amada, avalaba la casa a la mañana.
Plantaba plantas a carradas. Plantaba alfalfa, albahaca, calas, habas, calabazas, zarzas… tantas plantas… Lavaba, planchaba sábanas, calzas, mantas, batas, faldas… ¡nada mal!
Armaba placards, armaba canastas. (Las tartas… ¡ah!… flan, palta blanda, lasagna a la salsa blanca, papas saladas, bananas a la marsala, amasaba pastas… ¡rabas al pan! ¡Para lastrar hasta acabar!)
La llamaban “La Araña”.
Mas largaba la plancha a la baranda al cantar las altas cantatas. Cantaba hasta apagar la lámpara al alba. Al cantar daba paz, mas… cantaba nasal. Mandaba la garganta atrás, hasta rajarla, hasta las gárgaras. Hasta Galán la llamaba para cantar pavadas baratas al canal. ¡Cantaba bárbara!
¡Ah! Bárbara… Bárbara, la amada pasada, arrastraba a Bach a las canas blancas. Ana la pasaba mal, trabada, flaca, cara-larga, la palabra “Bárbara” la atragantaba, la raspaba, la dañaba. Sabrán… Bach andaba mal para la cama. Trataba, mas la panza sacaba las ganas. Las mañanas pasaban… Bach bajaba al talar las altas ramas cargadas para abrazar a Ana, mas al bajar…la palabra Bárbara… ¡Ah, alma sangrada!
Ana tramaba largar a Bach. Faltaba armar la trama macabra. Mas al calar la playa… ¡Yastá! ¡Al Mar! Ya saltaba al catamarán, ya nada la ataba a Bach
-“¡Basta! ¡Jamás amarás fantasmas!”- graznaba. Las amarras daban al mar… ¡Ah, drama carnal!
Ya zarpaba, mas Bach rajaba a las zancadas, saltaba, alzaba las gambas hasta la panza para alcanzarla. Dálmatas ladraban al pasar. Hasta las cabras balaban. Daba arcadas, saltaba, pasaba rampas, rasgaba las mangas…
– ¡”Ya va, ya va!”
– “¡Calla!” – bramaba Ana – “¡Alacrán carcamán !”
¡Faltaba más! Para sanar al alma, las palabras vanas darán al mar. Allá van, a las alas claras, al más allá…
-“¡Pará!, ¡pará!….” – Bach ya amagaba a nadar para alcanzarla, jalaba la barca.
– “¿Parar? ¡Nada, canalla! ¡Para ganar batallas faltan agallas!”
Alcanza a Ana hasta agarrarla cara a cara, sana, salva, la abraza (tal gran santa), la
abalanza al arpa, la calma al cantar:
– “¡Sana, sana, amada Ana, bancá calmada la nana, sanará mañana!”
– “¡Bach!” – Ana ya clavaba dagas – “¡Basta! Acá manda Ana. Mañana sacás la plata, la banca dará aval cabal. Faltará acabar las cantatas… ya sabrás… la lancha para Bahamas gasta nafta a patadas.”
– “Ana…largá la cantata…largala… ¡cantá jazz!”
Ana larga la gran carcajada, carga la jarra, al clamar las palabras:
– “Bach, ¡andá a la balanza para bajar la panza! ¡Andá a cantar a la hamaca a rayas a la cal! Para acá, para allá, para acá, para allá… ¡ja, ja! Cantá la Bamba para mamá, la Lambada para papá, la Balsa, la Zamba para la Pampa, La Raspa… Andá a la plaza, a La Paz, sacá la Tarka, arma bandas para cada Carnaval. Andá a Canadá, a Bagdad, a Alaska, a Alcalá, a Salta, a Catamarca, a Alabama, a Panamá, mas… ¡rajá! ¡Amala a Bárbara!”