A media asta

Sólo una de entre tantas posibles reflexiones.
Todos podemos discernir la diferencia entre “comprender” y “justificar”.
Creo que podemor comprender las causas de lo que pasó hoy hace 30 años en Argentina, pero para justificarlo, aunque más no sea en un 1%, la condición previa es que la persona en cuestión haga la necesaria autocrítica como para considerarse un hijo de puta.

Desmitificando

Siempre recuerdo con dolorosa nostalgia las reuniones familiares de mi niñez, las fiestas de fin de año, los cumpleaños y los sábados en lo de mis abuelos.
Son una época gloriosa de mi vida y me imagino que de la vida de mucha gente.
Todo tiempo pasado fue mejor, aparentemente, y más de una vez me he sorprendido llorando por haber perdido esos momentos para siempre.
Sin embargo a veces hablo con Fabi, mi hermano querido, y nos decimos: “dejemos de mitificar nuestro pasado”, así o con otras palabras.
A veces hablo con amigos acá en Holanda y sigo sorprendiéndome al escuchar que me dicen “mi hermano, el retardado (the retarded)” o “mi padre es un mal tipo”.
No puedo evitar la sorpresa, pero poniéndonos (poniéndome) a pensar me digo que es mejor, más honesto y más sano afrontar la realidad.
Yo recuerdo mi pasado y mi familia con todo el amor del que se es capaz. Mi familia gringa me educó en la certeza que mi familia era la mejor, la más buena, honesta, generosa, intachable, y virtuosa.
La verdad es que sin duda más de uno en ella han sido flor de hijos de puta (y de la suya, señor o señora, también) y seguramente no todos los hijos de puta de mi familia hayan desaparecido ni dejen de aparecer. O retardados. O anoréxicos. O lo que sea.
Lo cierto es que a mis 37 años me cansé de cuidar castillitos de naipes de cualquier brisa.
Los castillos son castillos y se bancan hasta donde se bancan los embates de vientos y ejércitos.
Si no se lo bancan es porque no merecían llamarse castillos.
Serían una simple ilusión construída endeblemente y que dependían en su totalidad de nuestra habilidad para no permitirles afrontar la intemperie de la realidad.
Si tengo que reconocer que alguno de mis nonos (así se dijo siempre en mi casa, con una sola ‘n’) fue un malparido, o uno de mis hermanos es un terrible sorete a quién jamás le dirigiría la palabra si no se hubiera dado la casualidad que nació del vientre de mi misma madre (por dar dos posibles ejemplos…) no veo por qué no hacerlo.
En última instancia a quién quiero engañar con esa falsa imágen de felicidad de cristal de Murano? A mi misma familia? A mis amigos, que me quieren como soy? A mis colegas, que aprecian (y toleran) mis méritos? A gente que casi no me conoce y mucho menos conoce a quienes pretendo pintar con acuarelas?
Ah, no, qué idiota soy…

A mí mismo.

Cultura para todos

Ayer escuchaba en radio Mitre que una nueva señal de televisión en China permitiría a los argentinos allí poder seguir los torneos de futbol a tanta distancia.
El Señor Embajador expresó su opinión al decir “me alegro por la decisión, ya que el futbol es expresión de cultura, y al final la cultura es lo único que queda en un pueblo”.
Yo sinceramente me quedé de una pieza y con esa impotencia que da por ahí leer Clarín, de querer llamar y ser escuchado y decir “señores, esto es una idiotez, por dios!”.
No pude. Me quedé con la típica bronca.

[Spoiler]

Yo sé que muchos me odiarán por esto, pero no importa, total vivo lejos:

Me alegro de que Argentina haya perdido hoy.

Deseo de todo corazón que a Argentina le vaya mal en el futbol. En el futbol y en los deportes, si es que los deportes (sobre todo el nombrado) son la única razón para sentirnos cerca y argentinos.
Son lo único en lo que coinciden todos los medios para que sean sus titulares de primera plana (algo no visto ni siquiera enn Brasil!!).
Me acuerdo de esa propaganda de C@c@ C@l@ en la que los enemigos clásicos (amante y cornudo, arbol y leñador, gato y perro) se abrazaban por el hechizo encantador del futbol argentino.
Su slogan era algo así como: “El futbol es lo único que no une”.
Dieron muy bien en el clavo, che, a pesar de los demagógico de la propaganda (no a pesar de eso sino por eso, lo que habla muy claro de lo que se trata la demagogia y de a qué público apunta).
Yo no puedo creer que eso sea lo que nos una.
Yo nunca jamás ví a los argentinos unidos salvo para un partido de futbol.
Yo nunca ví pararse al país como con un partido de futbol.

Lo deploro. De corazón.

Si deseo que a Argentina le vaya muy mal en el futbol, es sólo porque no puedo comprender como no haya otras razones para tirar para el mismo lado.

Así que, de corazón, de onda, con todo mi amor y mi cariño por Argentina: VAMOS BRASIL, TODAVÍA!!!!!!

Placer parcial vs placer total

Hoy andaba en bicicleta por el invierno de Amsterdam. Todavía hace bastante frío, pero ya se empieza a percibir la luz de la primavera.

La cosa es que bicicleteaba con guantes y como el recorrido era largo, una media hora, llegué a destino con calor en las manos. Cuando me saqué el guante izquierdo (soy diestro) sentí una inmensa oleada de frescura refrescante (sic) en la mano que me recorrió de pies a cabeza. Tanto así que esperé un par de minutos para sacarme el guante derecho y poder volver a experimentar ese placer.

Sin embargo, cuando me saqué el guante derecho la sensación placentera no fue tan intensa como la anterior. Una desilusión, realmente.

La pregunta que inmediatamente me hice (y me hago) fue: ¿Qué clase de placer hubiera sentido si me hubiera sacado los dos guantes inmediatamente? ¿Hubiera sido una suma (X) de izquierdo (A) más derecho (B)? ¿O la percepción de placer en menores dosis pero en más de una ocasión compensa? De todos modos no estoy seguro que A+B=X. Quizá A+B=X-n, aunque también quizá (X-n)>X, pudiendo n ser un número negativo.
Me estoy complicando y ni yo me entiendo. Mejor la próxima me saco los guantes al mismo tiempo.

Pregunta para los Entendidos: qué representa la variable n? La respuesta no necesariamente implica matemáticas.

Punto sin retorno

Me puse a pensar en eso del punto sin retorno.

Para explicar, siempre recuerdo el ejemplo de los astronautas de la misión Apolo nosécuánto, en cuyo viaje ya estarían jugados al pasar cierto punto. O sea: si su viaje ya había ido “X” lejos y salía algo mal, no valía la pena intentar traerlos de vuelta a la tierra porque habrían pasado el “Punto sin retorno” y ya daría lo mismo seguir con la misión (incluso en el caso que ya se sabía que todo iría mal) o intentar salvarlos (cosa imposible luego de ese punto ya nombrado).

El punto sin retorno se aplica en todos los ámbitos. Por ejemplo yo como músico, si estoy sentado en el escenario antes de comenzar a tocar un concierto, ese ya es para mí el punto sin retorno. No puedo retirarme y sólo puedo continuar, por más mal que salga o piense que vaya a salir.

Igual si llega un punto de la reunión en la que ya estás en pedo: el pedo no se desanda, se lleva con la mayor dignidad posible.

Si pusiste una mano en el culo a una chica, ya no hay excusa que te salve y retirar la mano sólo empeora la situación.

La cosa es que pensaba en todo esto y me decía que el problema no es aceptar eso, que es bastante perogrullezco. El tema, la sutileza, la magia y el genio está en identificar el momento justo en el que estamos cruzando esa sutilísima línea que separa el no-retorno del posible-retorno.

¿Alguien sabe dónde está esa línea?

Si todos supiéramos, no habría crímenes pasionales o eyaculadores precoces.

Una caricatura

Ayer en un reportaje en radio Mitre, un politólogo (y teólogo si escuché bien?) desde USA criticó, sin justificar las desmedidas consecuencias producidas, la caricaturización de Mahoma que son de dominio público, comparándola en su improcedencia con lo ilegal de reproducir simbología Nazi en Europa.
Quiero mostrar mi desconcierto y desaprobación por dicha comparación.
Cuando los alemanes ocuparon Holanda en 1940, vivían en este país 140.000 judíos, casi todos en Amsterdam.
En 1941, debido a la aparente tolerancia hacia los judíos por parte de los alemanes en este país, esa cifra aumentó a 154.000.
Cuando en 1945 Alemania perdió la Guerra, solo quedaban en Holanda unos 35.000, es decir que casi el 80% de ellos fueron exterminados, sólo en este país.
¿En qué cabeza cabe comparar las manifestaciones a favor de tamaña atrocidad con unas caricaturas publicadas por la prensa libre de un país laico?
Simplemente no existe comparación posible.
Cualquier apología del nazismo no sólo debe ser condenada, sino penalizada, ya que en su momento significó la muerte de millones de personas y la pérdida de libertad de muchos millones más.
Es ridículo que la misma suerte corra la expresión de humor contra una creencia fanática, intolerante y terrorista.
No es cierto que los musulmanes estén profundamente ofendidos por las publicaciones.
Sí es cierto, en cambio, que están atentos a cualquier excusa que les permita exteriorizar su frustración y complejo de inferioridad en forma de violencia.
Como argentino viviendo en Amsterdam desde hace más de 10 años, país con un componente musulmán importante, hablo con conocimiento de causa.
No sólo quiero expresar mi más grande solidaridad con los diarios que valientemente publicaron las caricaturas de algo altamente caricaturizable, sino también repudiar profundamente el fanatismo, del color que sea, de la causa que sea, musulmán, cristiano, nazi, sionista o como se lo encuentre.
El fanatismo es la verdadera y última causa de todos los males que padecemos.

Solidaridad

Ya sé, ya sé que hace siglos que no posteo, pero no pude resistir solidarizarme con no solamente los daneses, sino con el mundo libre.
Me vuelvo a cagar en todos los malditos fanáticos del mundo: musulmanes, cristianos, nazis, comunistas, o lo que sean.
Son la peste del mundo y la causa de todos sus males.