Poesía automática

Tierno amor que al despertar se asoma
No traiciones el tan tierno aroma
Que al verde sacude firme de la mar.

Dulce, terco y testarudo acero,
acaso no guardas con esmero
las ciento hojas del redomado ardor?

Ah, cuantos pisos movedizos,
Rojos cascos, monalisos
tanto tiempo y sin saberlo
No al viento, no al tormento!

Si tu fueras, triste y pia
casual como un alma troglodita
tal vez, sabiendolo aquel día
dirías “juro!” por la patria mía!