Un post serio

Me he dado cuenta, luego de sesudos análisis, que los blogs serios y respetables en el mundo de esta nueva tecnología (internet) son aquellos que contienen, incluso en su forma, palabras abundantes, rimbombantes y, por qué no, retumbantes.
Esto me ha hecho pensar, si cabe aún la posibilidad de que yo en mis ratos libres de pensar pueda pensar, que quizá habría que darle un giro, una vuelta de tuerca, una nueva visión a este espacio semipúblico.
Antes de continuar, quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda la semántica para aclarar el por qué de esta expresión: semipúblico.
Pues bien, como un miembro del despotismo ilustrado del siglo 18, me puedo considerar hábil para publicar en él reflexiones de índole varia y admitir que algunas personas, perfectos desconocidos eventualmente, expresen sus opiniones libremente.
Esto en la superficie.
La verdad que esta máscara oculta es que los comentarios que eventualmente ven la luz (o el píxel) son aquellos que en verdad yo, cual árbitro soberano y absoluto, permito que nazcan.
A no escatimar sesera a esta reflexión! Esto es un símbolo de los tiempos que corren y que siguen corriendo (con excepciones denostables) desde el fatídico año de 1789.
No os engañéis! Lo que aquel infausto día sólo logró fue la ilusión de la libertad, no la libertad!
De todos modos, como dijera Villiers de L’Isle, os hemos dado la idea de la libertad para que ésta los mantenga aptos para seguir trabajando en la esclavitud y soñando con su imposible posibilidad.
Ya disperso en abundancia y redundancia, sirva esta disgresión para clarificar principios que se dan por sobreentendidos, aunque sólo para aquellos de vosotros que sabéis leer entre líneas. Sé que son minoría.
Estas palabras redundantes, rimbombantes y, por qué no, retumbantes, sólo son la superficie de lo que nos es permitido percibir. Pero qué otra cosa que la superficie nos está permitida?
Si imagináramos lo que oculta la piel cuando acariciamos a nuestra amada, sin duda nuestras caricias se retractarían espantadas frente a la visión de la VERDAD.
Sólo la superficie conocemos, sólo la superficie amamos.
Dejadme a mí, pues, con mis expresiones de superficialidad que, a no engañarse, ocultan su antítesis.
Seréis vosotros quienes retrocedan espantados frente a la contemplación de la esencia.
No oseis conocer. No pretendais penetrar. No estais preparados!
Y aunque es cierto que nadie de algún modo lo está, creedme que sólo aquellos dispuestos a ser enceguecidos a cambio de una visión de la belleza son los que podrán decir “Lo he perdido todo, pero SE”.
Vivid, pues, inmersos en esta danza de sombras grotescas y deformes.
O salid al abierto a contemplar el Sol de frente.
Pero al hacerlo, si aún trémulos de terror os atreveis, no permitais que lo que vuestra carne sienta domine los pasos de quien verdaderamente sois.