Rápidamente

Así, a la que te criaste, un post para agradecer a todos los que me quieren y a vos. Sí, a vos, chiquita, que me estás leyendo ahora y mientras buscás casi con desesperación una nueva línea mía estás casi desconsolada, y tus lágrimas se detienen al borde de la comisura de tus ojos cuando llegan finalmente a este mensaje PERSONALIZADO.
A vos, cosita de papá, que estás pendiente de esas entrelineas que nadie entiende ni nadie entenderá porque están destinadas sólo a VOS.
Para vos, que de tanto buscar encontrás; que de tanto encontrar cualquier ausencia te desespera llevándote al borde de la muerte en vida por INANICIÓN VERBAL.
Sí, a vos, en fin, que te regodeás con estas letras de molde que no dejan de brotar a pesar de la hora, sino por ella, y que están así fríamente impresas por un tiempo en la FRAGILIDAD del éter pero para siempre en tu alma y en tu corazón ETERNOS.
Sin dejarme llevar por lo ignominioso de la banalidad dosymediadelamañanaesca te digo a vos que esto que crees creer que es lo que no es, no deja un poco de ser lo que no crees que creas que pueda ser.
No estés desconsolada. El consuelo se encuentra y para peorpositivisticamente se encuentra a la vuelta de cada esquina, a pesar del existencialista que vive ahí mismo.
A vos, que no sos pero que quién sabe.
Nadie ni nadies.
Ni siquiera vos, ni yo, ni el de acá a la vuelta.
Ni tampoco el que mira con un ojo a través de la mordedura de mis uñas.
En realidad yo menos que nadie. Sólo el ojo ese que ahora se movió del índice al meñique sólo para disimular
Ojo maldito que estás en los cielos y en todos lados y ni yo ni vos ni cosita pueden cerrar.
Así nomás, de sopetón y frente march, uno para adelante, dos para atrás.

Invocando

Para lograr que venga a nosotros la inspiración artística una manera muy efectiva es cerrar los ojos estando sentado en una silla giratoria y empezar a dar vueltas mientras se cuenta hasta un número x. Llegado ese número (cada uno sabrá cuál es) habrá llegado la inspiración.
Otra manera consiste en tirarse boca abajo en un piso de baldosas frías dejando que caiga la baba de nuestra boca hasta formar un gran charco.
También funciona perder la vista en el vacío. Este método es difícil porque al vacío no es fácil encontrarlo en estado natural. También puede ser problemático porque andá a encontrar la vista después de perderla en el vacío. ¿Quién se mete ciego ahí a buscarla?
Una forma más segura (pero al mismo tiempo buscar la seguridad es aburguesarse) es ponerse un sombrero y fumar una pipa caminando por el parque de noche. Se pueden ver muchos artistas en busca de inspiración utilizando este método, desconociendo el presente autor el resultado obtenido por ellos.
Dicen también, aunque esto no lo he intentado, que unos hongos mágicos abren puertas y ventanas a las musas esquivas.
Otros se sientan hora tras hora a garrapatear sobre el papel trazos sin sentido, en la esperanza de que los duendes se apiaden al fin de tanta porfía.
Yo intento sin sutilezas una combinación casi siempre azarosa de algunos de estos métodos y quizá algún otro, sumada a alguna cábala secreta (incluso para mí).
No hay caso.

Soledad

Bueno, listo, ahora sí: desconexión total.
Me voy al campo, lejos del ruido urbano, la prisa cotidiana, la costumbre de la rutina.
Voy en busca de PAZ.
De SOLEDAD.
De INSTROSPECCIÓN.
Aprovecho las inmejorables condiciones que se me ofrecen para trabajar en un artículo que estoy escribiendo y que llevo en mi notebook. Total, si me llama mi editor me puede encontrar en el móvil, o si me quiere mandar un email lo recibo en mi palm, total puntos Wi-Fi hay en todos lados por acá…
¡Por fin voy a estar aislado y sólo!

Para Bach basta la “A”

Esto me lo pasó un amigo hace un montón. El apellido del amigo… ¡Nadra! Cosa de mandinga.

Bach alcanzaba a trabajar cantatas sacras hasta pasada la mañana. Trabajaba hasta sacar caspa, mas faltaban ganas para abarcar danzas mas galanas, sarabandas, marchas bávaras, cha-cha-chá.
Andaba tras Caldara para afanar “baladas a la tana”. Calcaba amalgamas, tan al pasar… ¡pasmaba tanta mascarada banal!
¡Jamás avanzaba! Trabajaba al azar, para saltar a la fama (para dar más, Bach cargaba blanca a paladas, trazaba la carta astral, cantaba mantras, llamaba a Alá, alababa a Abraham, al Lama, al Papa, clamaba Paz. Amaba ganar plata, mas ganaba para zafar”)
La campana armaba jarana al pasar la mañana.
Bach bajaba al bar, mangaba Brahma al barman (jamás pagaba…) barajaba cartas, ¡las barajaba tan mal! (barajaba cartas “marcadas”. Bach amaba la trampa. ¡Armaba tantas macanas! La cana andaba atrás para allanar la casa… camaradas hablaban:“- ¡¡Acabará tras las vallas!!”)
Mas Bach zafaba… hablaba tan galán… daba charla a las damas, las galanaba (para palparlas), las transaba, las pasaba a la sala baja para cargar tanza, Bach bajaba la caña… Arrasaba al pasar, tan al ras la capa nácar-lavanda. ¡Hasta saltaba al Yamaha, para acaparar a la sala! Las fans mandaban cartas. ¡Bach la gastaba!
Ana, la amada, avalaba la casa a la mañana.
Plantaba plantas a carradas. Plantaba alfalfa, albahaca, calas, habas, calabazas, zarzas… tantas plantas… Lavaba, planchaba sábanas, calzas, mantas, batas, faldas… ¡nada mal!
Armaba placards, armaba canastas. (Las tartas… ¡ah!… flan, palta blanda, lasagna a la salsa blanca, papas saladas, bananas a la marsala, amasaba pastas… ¡rabas al pan! ¡Para lastrar hasta acabar!)
La llamaban “La Araña”.
Mas largaba la plancha a la baranda al cantar las altas cantatas. Cantaba hasta apagar la lámpara al alba. Al cantar daba paz, mas… cantaba nasal. Mandaba la garganta atrás, hasta rajarla, hasta las gárgaras. Hasta Galán la llamaba para cantar pavadas baratas al canal. ¡Cantaba bárbara!
¡Ah! Bárbara… Bárbara, la amada pasada, arrastraba a Bach a las canas blancas. Ana la pasaba mal, trabada, flaca, cara-larga, la palabra “Bárbara” la atragantaba, la raspaba, la dañaba. Sabrán… Bach andaba mal para la cama. Trataba, mas la panza sacaba las ganas. Las mañanas pasaban… Bach bajaba al talar las altas ramas cargadas para abrazar a Ana, mas al bajar…la palabra Bárbara… ¡Ah, alma sangrada!
Ana tramaba largar a Bach. Faltaba armar la trama macabra. Mas al calar la playa… ¡Yastá! ¡Al Mar! Ya saltaba al catamarán, ya nada la ataba a Bach
-“¡Basta! ¡Jamás amarás fantasmas!”- graznaba. Las amarras daban al mar… ¡Ah, drama carnal!
Ya zarpaba, mas Bach rajaba a las zancadas, saltaba, alzaba las gambas hasta la panza para alcanzarla. Dálmatas ladraban al pasar. Hasta las cabras balaban. Daba arcadas, saltaba, pasaba rampas, rasgaba las mangas…
– ¡”Ya va, ya va!”
– “¡Calla!” – bramaba Ana – “¡Alacrán carcamán !”
¡Faltaba más! Para sanar al alma, las palabras vanas darán al mar. Allá van, a las alas claras, al más allá…
-“¡Pará!, ¡pará!….” – Bach ya amagaba a nadar para alcanzarla, jalaba la barca.
– “¿Parar? ¡Nada, canalla! ¡Para ganar batallas faltan agallas!”
Alcanza a Ana hasta agarrarla cara a cara, sana, salva, la abraza (tal gran santa), la
abalanza al arpa, la calma al cantar:
– “¡Sana, sana, amada Ana, bancá calmada la nana, sanará mañana!”
– “¡Bach!” – Ana ya clavaba dagas – “¡Basta! Acá manda Ana. Mañana sacás la plata, la banca dará aval cabal. Faltará acabar las cantatas… ya sabrás… la lancha para Bahamas gasta nafta a patadas.”
– “Ana…largá la cantata…largala… ¡cantá jazz!”
Ana larga la gran carcajada, carga la jarra, al clamar las palabras:
– “Bach, ¡andá a la balanza para bajar la panza! ¡Andá a cantar a la hamaca a rayas a la cal! Para acá, para allá, para acá, para allá… ¡ja, ja! Cantá la Bamba para mamá, la Lambada para papá, la Balsa, la Zamba para la Pampa, La Raspa… Andá a la plaza, a La Paz, sacá la Tarka, arma bandas para cada Carnaval. Andá a Canadá, a Bagdad, a Alaska, a Alcalá, a Salta, a Catamarca, a Alabama, a Panamá, mas… ¡rajá! ¡Amala a Bárbara!”

Pseudos

Detesto a los pseudos (por favor, no neguemos la belleza de la “p” a pseudos, a psicología, a pneumático)
Los pseudo-científicos, que curan (que dicen curar) con métodos mágicos (¿no convencionales?).
Los pseudo-músicos, que graban el ruido de un tren, lo mezclan con martillazos y un motor y lo llaman “sinfonía urbana” o algo por el estilo.
Los pseudo-artistas plásticos, que desparraman al azar pintura sobre un lienzo en el suelo, la pisotean un poco y la bautizan “Alegoría de la eternidad”.
Los pseudo-actores, que se paran en un escenario a improvisar escritura automática oral en una especie de trance semi-metafísico y terminan agotados por el esfuerzo creativo.
Los pseudo-escritores, como este tipo, Paulo Coelho…
Esto es lo que se lee en la sección biográfica de la página oficial de este charlatán:

Paulo Coelho, seen by some as an alchemist of words and, by others, as a mass culture phenomenon, is the most influential author of the present century.

Paulo Coelho, visto por algunos como un alquimista de palabras y, por otros, como un fenómeno cultural de masas, es el más influyente autor del siglo actual.

Yo supongo que esto lo escribió él mismo, dado el patético uso que hace de las comas. También me quiero imaginar que con “el siglo actual” se refiere al apenas comenzado.
¿Cómo se puede lucrar así (¡y con éxito!) con la ignorancia de la gente?
Yo, como músico que soy, les puedo decir cuánto de estudio, de responsabilidad por la obra y de sacrificio hay que sufrir (bendito sufrimiento) antes de subir a un escenario.
También les puedo contar que la principal responsabilidad de un artista es jamás subestimar a su público.
Un colega mío me dijo una vez “yo para vencer los nervios de un concierto salgo al escenario, miro al público y pienso que ellos no saben nada de lo que yo voy a hacer y de cuánto por arriba de ellos estoy”.
Me parece patético. Humillante para el artista e insultante para el público, del cual dependemos.
¿Cómo podríamos dignificar lo que pretendemos hacer si pensamos o actuamos así?
Eso es de alguna manera lo que un pseudo-artista hace: despreciar y subvalorar a su público. Eso es lo que lo diferencia de un verdadero pintor, músico, actor, escritor. Un verdadero artista hace exactamente lo contrario.
¿Podemos hacer algo en contra de esta plaga de pseudos que lo único que logran es retardar el crecimiento espiritual e intelectual de la gente, que dejan contentos a su público con unas monedas cuando al alcance todos tenemos fortunas infinitas?

El libro de piedra

A mí siempre me fascinó leer, hojear enciclopedias. Debe ser un poco por eso que tiene de lectura-no-comprometida-con-el-tiempo-disponible, ya que cuando me siento a leer una novela me gusta tener mucho tiempo por delante y hacerlo de a largos tirones.
Eso de leer una novela en cómodas cuotas de 2 páginas, en la cama, inmediatmente antes que el sueño nos sorprenda con el libro boca abajo sobre el pecho no es para ufanarnos al decir “¡seeeee, yo a Kafka obvio que lo leí!”
Por eso a veces prefiero las enciclopedias. Eso con lo que Plinio o d’Alembert lograron llevar el Conocimiento Universal al alcance de todos (¡qué peligro!) Bueno… al alcance de todos, todos, no… la de d’Alembert y Diderot tenía unos 4000 suscriptores en su mejor época, pero ese es otro tema, en realidad me voy por las ramas, porque lo que quería decir es mucho más trivial.
Quizá no pocos conozcan el cuento “El Libro de Arena” de Borges. A mí me pasa todo lo contrario. Yo a menudo hojeo al azar la Oxford Illustrated Encyclopedia y no dejo de sorprenderme: sin excepción, al abrir el libro aleatoriamente, me encuentro con las mismas 3 o 4 ilustraciones de siempre (un pico para piedra, anclas, partes de una iglesia, un hacha…)
No, el libro no está abierto especialmente en esas páginas, y ellas no son pocas. Para ser más preciso, son 998.
Más me inclino a pensar que en esas páginas donde con insistencia el libro quiere abrirse (yo ya sospecho que se abre, no que yo lo abra) se esconde un mensaje que tengo que interpretar.
Cerca de church están también Churchill, cicatrize, cigarette.
En la página de pico están physics, piano, picture.
Junto al ancla aparecen angel, ancient, anatomy.
Con el hacha comparten avenge, away, avoid.
No creo que pase por ahí.
El asunto debe estar en las ilustraciones, que son bastante parecidas a como las describe Borges en su cuento.
Se me ocurre “Hay que destruir con hachas y picos a la Iglesia que nos tiene anclados”.
De todos modos no necesitaba la enciclopedia de piedra para llegar a tal conclusión, pero quizá la insistencia signifique que dejemos de perder tiempo y empecemos de una vez.

Vértigo

Cuando voy por la calle a veces decido caminar sólo por una hilera de baldosas o por el cordón de la vereda, imaginándome que todo el resto es precipicio, lava ardiente, pinchos electrificados y muerte.
Nunca me salgo de las baldosas ni me caigo del cordón de la vereda.
Supongo que si todo ese resto fuera de verdad precipicio, lava ardiente, pinchos electrificados y muerte no podría caminar más de dos pasos sin caerme.
Cuando contemplo un problema imaginario o ajeno, sorteo todas las dificultades natural y magistralmente, pero el vértigo suicida siempre está ahí a la vuelta a la realidad.